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jueves, 31 de enero de 2019

La lluvia y el repetido drama de Pergamino: inundación y falta de previsión



La gastada excusa _“LA CULPA ES QUE HAYA CAÍDO TANTA AGUA EN POCO TIEMPO”_, parece hasta generar rechazo a esta altura. Es cierto, en pocas horas cayeron más de 150 milímetros y en buena parte la argumentación es legítima. Pero no lo es toda.

El Servicio Meteorológico Nacional y varias centrales brindan información precisa sobre un período futuro para una localidad o región. Se generan alertas con especificaciones que en la actualidad se pueden conocer hasta con un dispositivo móvil. En Pergamino no se toma nota.

Desde los últimos años, la ciudad sufre cada vez más inundaciones. Pero esta vez el agravante es que se anegaron sectores que antes no lo hacían. El peor momento de ayer se vivió apenas pasadas las 7:00hs., cuando las lluvias llegaron a su punto máximo: aunque no hay datos oficiales, llegaron a un centenar las familias evacuadas.

Jorge Newbery, Kennedy, José Hernández, 27 de Noviembre, Cueto y parte del Barrio Acevedo y Centenario, fueron los más afectados, donde el agua superó los niveles razonables y entró a las casas. A media mañana empezaron las evacuaciones en el Centro Comunitario Villa Alicia por orden del nuevo director de Defensa Civil, JAVIER VILLALBA, el único funcionario que intentó dar explicaciones durante la jornada de ayer. A propósito de Villalba, todavía no tiene una semana en el cargo y ya tuvo su primera intervención importante, en un área en la que parece que el Gobierno municipal no puede dar con el perfil buscado, atento a que ya dejaron ese lugar RICARDO BARI y MARCOS MORRO.

El plan de contingencia ayer fracasó. Porque más allá de la buena voluntad del flamante titular de Defensa Civil, el esfuerzo del personal municipal y el profesionalismo de los Bomberos Voluntarios, la situación superó el procedimiento del denominado comité de crisis. El pronóstico de lluvia para horas de la tarde afortunadamente no se cumplió y el agua comenzó a ceder. Mientras tanto, distintas comunidades religiosas, agrupaciones políticas y ONG pusieron en marcha campaña de recolección de agua mineral, lavandina, ropa, calzado y comestibles para los damnificados.

De manera lenta, algunas de las familias evacuadas regresaron a sus viviendas para evaluar la situación. Unas decidieron quedarse en sus casas, pero otras prefirieron pasar la noche en el centro de evacuados y esperar a hoy. El agua adentro de la casas empieza a dejar de ser un problema, pero la ausencia de algún tipo de alerta y la falta de previsión de las autoridades municipales sigue siendo una preocupación para muchas familias cada vez que llueve más de la cuenta.

LA LLUVIA ADENTRO DEL HOSPITAL “SAN JOSÉ”

Una de las imágenes más impactantes del temporal fueron las llamativas filtraciones de agua en el Hospital Interzonal General de Agudos “San José”, por lo que debieron suspender cirugías programadas, informaron fuentes médicas.

El área de quirófano y el acceso a la recepción de recién nacidos se llevaron la peor parte. La directora del nosocomio, CECILIA DE MARCO, dijo que _“COLAPSARON LOS DESAGÜES PERO EL PROBLEMA YA ESTÁ RESUELTO”_ y añadió que el Hospital, que cuenta con unas 160 camas, _“YA ESTÁ TOTALMENTE OPERATIVO”._

En el mismo sentido, fuentes del Ministerio de Salud bonaerense explicaron que “_LOS DESAGÜES DEL TECHO DEL HOSPITAL NO DIERON ABASTO Y SE FILTRÓ AGUA POR EL TECHO QUE DA A UN PASILLO, PERO YA ESTÁ FUNCIONANDO NORMALMENTE”_._ _No obstante, aclararon que _“POR PRECAUCIÓN”_ debieron suspenderse las cirugías programadas pero remarcaron que _“LAS URGENCIAS SE SIGUIERON ATENDIENDO PORQUE NO FUE UNA SITUACIÓN DE GRAVEDAD”_.

PRIMERA PLANA http://www.primeraplana.com.ar/la-lluvia-y-el-repetido-drama-de-pergamino-inundacion-y-falta-de-prevision/

miércoles, 30 de enero de 2019

Inundacion con Imagenes y Videos de SkyDrone Pergamino








LLOVIERON 140MM Y PERGAMINO VOLVIÓ A INUNDARSE

Los 140 mm de lluvia caídos a lo largo de la madrugada y mañana del miércoles , pusieron nuevamente a Pergamino en “jaque”.

Calles anegadas , vecinos autoevacuados son una postal repetida en nuestra ciudad en los últimos años.

Corte de luz y rescate

A esta oportunidad se le debe sumar el corte energético en gran parte de nuestra ciudad , lo que provoco que esta mañana una vecina quedara atrapada en el ascensor de un edificio ubicado en Peatonal San Nicolas al 500 y debiera ser rescatada por personal de bomberos.

SAME

La linea 107 de emergencias medicas de SAME colapso durante algunas horas de la mañana del miércoles.

Hospital San Jose

Quien también se vio afectado fue el Hospital San Jose donde se “llovió” el área de quirofanos lo que provoco la reprogramacion de cirugías.






http://www.pergaminoverdad.com.ar/archivos/57023

Inundación del 30/1/2019 en TN



domingo, 20 de enero de 2019

Alberto Rodríguez: la panadería y una vida en Pinzón, su lugar en el mundo

20 de Enero de 2019 - 11:10

Durante muchos años ejerció el oficio heredado de su abuelo y de su padre. Amasó el pan de modo artesanal y luego reconvirtió el trabajo para adecuarlo al imperativo de los nuevos tiempos. Aprendió a querer esa tarea que abandonó hace unos años cuando su salud le puso un límite. Hoy disfruta de la familia y de rutinas sencillas en el pueblo que ama.

Alberto Raúl Rodríguez nació en la localidad de Pinzón el 2 de febrero de 1949, está próximo a cumplir sus 70 años. Aún vive en el pueblo y asegura que ese es su lugar en el mundo. Allí están sus raíces y gran parte de su historia laboral y personal. Tiene con Pergamino un contacto cercano por cuanto viene a la ciudad a diario, con su esposa se encargan de asistir a sus hijos en el cuidado de los nietos por lo que las mañanas transcurren aquí. Luego vuelve a su Pinzón natal y ocupa el resto del día a la rutina de cuidar a sus perros “cuatro adoptados de la calle” a los que llama con nombres de personajes de películas famosas (Vito Corleone, Principessa, Apolonia y Beatrice); y a andar en bicicleta. Solo la lluvia altera esa rutina de actividad física que le ayuda con el cuidado de su salud.

Su perfil se trama en torno al que fue su oficio: panadero. Tomó la posta de sus familiares más cercanos y aunque reconoce que de chico “pasaba lejos del horno”, más tarde fue interiorizándose de las rutinas de la panadería que había abierto las puertas por primera vez en 1921, con el empuje de su bisabuelo para continuar en manos de su abuelo, su padre y su tío, de generación en generación. Al principio la panadería se llamaba “La Unión” y más tarde fue “la panadería de Rodríguez”. La tarea en un principio y durante muchos años fue artesanal y se fue reconvirtiendo y modernizándose para “no perder el tren del progreso” sin abandonar los orígenes.

Es hijo de Alberto Rodríguez y Elsa Fontana. Creció en una casa grande, junto a sus abuelos paternos: Esteban Rodríguez y María Paz Herrero de Rodríguez. Tiene de su infancia los mejores recuerdos: “El negocio, la panadería, los juegos de chicos, esa fue mi niñez.

“Cuando yo nací la panadería la manejaba mi abuelo, cuando él dejó la actividad quedó a cargo de mi padre y de mi tío Armando. En febrero de 1974 mi tío falleció y yo me hice cargo sin tener mucha idea. Empecé a trabajar un 16 ó 17 de febrero de ese año y no paré hasta que la salud me dijo basta en 2012”, cuenta en el comienzo de la entrevista en la que recuerda que trabajó con su padre. “En aquel momento se hacían cien kilos de pan que se fabricaban para Pinzón”, menciona.


Entre la panadería y la fábrica

A los pocos días de estar en la panadería, lo convocan para trabajar en la fábrica Lucini. “Los horarios me permitían hacer las dos cosas: de 8:00 a 15:00 trabajaba en Lucini y cuando volvía a Pinzón amasaba el pan que se cocinaba a la madrugada siguiente”.

No sabe de quién aprendió el oficio, pero asegura que “debe haber algún gen que me conectó con esa actividad porque yo siempre le pasaba lejos a la panadería; sabía armar pan a mano, pero no pensaba dedicarme”.

Contra todos los pronósticos, se consolidó en esa actividad que durante un tiempo hizo convivir con su labor en Metalúrgica Pergamino donde también trabajó. “Ahí tuve la suerte de conocer al ingeniero Alcaraz Zamora, estuve dos años y cuando las cosas se empezaron a complicar, a principios del 80 y se me ocurrió la idea de hacer pan en cantidad”, cuenta. Inició así una nueva etapa, siempre empleando el método tradicional en un horno que se calentaba con leña. “Era un trabajo muy sacrificado, creo que parte de algunos de los problemas de salud que sobrevinieron después tuvieron que ver con el esfuerzo físico que suponía la actividad que por entonces no estaba mecanizada”.


La fuerza de innovar

Destaca que en su vida siempre tuvo la fortuna de “estar rodeado de buena gente” que le señalaron el camino. Con esta impronta, en 1994 conoció en Rosario a un ingeniero de apellido Valerio, un señor con todas las letras, fabricante de hornos y maquinaria. El me sugirió que tenía que comprar una máquina que me permitiera automatizar la actividad. Por entonces hacíamos mil kilos de pan”. Luego de meditarlo, tomó la decisión de comprar un horno rotativo, disminuyó la producción y comenzó a trabajar solo. “Esa persona me marcó por dónde iba el futuro”, refiere y recuerda que lo pagó en cómodas cuotas. Esa innovación le posibilitó abrir un nuevo horizonte. Junto con el horno adquirió una máquina que corta, moldea, estira y sale el pan hecho. “Vendíamos no solo en Pinzón sino en Pergamino. Mis hijos cuando volvían del colegio y mi madre me ayudaban. Habíamos comprado un generador de electricidad así que todo eso fue aliviando nuestras rutinas. En una época teníamos tres camionetas que repartían, eso fue hasta 1994 y después yo venía a traer a mis hijos al colegio me ocupaba de hacer el reparto y aprovechaba para comprar mercadería para el autoservicio que habíamos instalado a la par de la panadería.

“Tuve proveedores de lo mejor: Paterlini, Yarroch, Fondato, Sotosanti, Mustafá y Molinos Cabodi que me fió las primeras bolsas de harina a mí que era un desconocido. Rubén Ubaldón por entonces jefe de ventas de Molinos, venía a casa a comer un asado y yo le pagaba la harina. Nunca tuvimos una diferencia”, recuerda.

Hoy ya no mantiene la actividad comercial. El autoservicio quedó en manos de una de las chicas que había trabajado con él desde 1981 y la panadería ya no funciona. Reconoce que le costó un poco retirarse. “Al principio no fue sencillo, pero era una determinación que tenía que tomar porque un día se me trabaron las dos rodillas y el cuerpo empezaba a pasarme facturas”.


Una familia trabajadora

Alberto se casó en 1976 con Graciela Silvestre, docente jubilada. “Tenemos tres hijos. María Luz, casada con Edgardo Viscovich, y tiene a Malena y Facundo. Juan Manuel está casado con Rosana Colard y tienen a Vicente y Alfonso y Bernabet está casado con Noelia Mollo y son papás de Benjamín.

“Somos una familia de trabajo, mis hijos son kinesiólogos, mis nueras son docentes, mi yerno trabaja en la Farmacia Riera y mi hija trabaja en dos escuelas, en la Nº 1 y en el Comercial”, señala y con una mirada retrospectiva producto del transcurso del tiempo afirma que siempre les aconseja que “no trabajen tanto”.

“Yo les digo que no cometan el error que cometí yo y que se ve con el tiempo. Salí de vacaciones por primera vez a los 55 años porque creía que el mundo se terminaba si paraba de trabajar. Es un círculo del que cuesta salir”, resaltó. Hoy eso cambió y sus rutinas se han expandido. “Nos gusta viajar, a mí quizás más que a mi mujer. ‘El que no trotea de joven, galopea de viejo’, decía mi suegra y tenía razón. Hay que hacer las cosas a su debido tiempo”.


Un capítulo difícil

“Siempre tuve la suerte de estar rodeado de buena gente”, insiste y hace referencia en esta parte del relato a un capítulo complejo de la historia: “En 1977 tuve que afrontar una vivencia muy fea, estuve 104 días detenido en el penal de San Nicolás en tiempos de la dictadura militar. Algunas personas como el ingeniero Petri, Alberto Bocanera y José Mieres me dieron una mano enorme en un momento muy difícil y fueron por mí, algo que no era fácil de hacer en esa época. Otra persona, ya fallecida que no pertenecía a Lucini, Argemiro Zurdo puso su cuota para que yo pudiera zafar y también me ayudó Jorge Young, que era mi abogado”.

Recuerda las marcas que dejó el temor de aquella época. “No todos los que estábamos teníamos participación. Sentí mucho miedo y creo que me salvó una experiencia que había tenido en el servicio militar. Una madrugada, me sacaron del calabozo y me pusieron frente a una luz que me encandilaba y no me dejaba ver al teniente Saint Amant que era el jefe de operaciones de esta zona. En la conversación que tuvimos yo le comenté que en la Compañía de Ingenieros de Montaña Nº 6 de Bariloche había conocido al capitán D’Andrea que era amigo de él y siempre lo mencionaba. Cuando le hice ese comentario, algo cambió. Corrió la luz, me interrogó sobre cómo era que conocía a su amigo y yo creo que eso me salvó. No sé si fue determinante, pero yo hago la lectura en ese contexto”.

Confiesa que no fue fácil superar esa etapa. “Mi mujer había perdido un embarazo a término y la gente de Lucini me ayudó mucho a entrar nuevamente en el fragor de la actividad laboral. Son experiencias que no se olvidan, pero van pasando”, agrega.


Rutinas simples

Retirado de la rutina laboral sigue viviendo en Pinzón. Ese es el lugar en el que se siente en casa. “Hoy la rutina diaria está suplida aunque sin actividad laboral. En tiempos de escuela, por la mañana estamos en Pergamino porque nos ocupamos de nuestros nietos. Los fines de semana son sagrados en Pinzón”.

Las reuniones familiares comienzan el sábado a la noche, prosiguen el domingo al mediodía y suelen extenderse hasta el anochecer. Alberto lo celebra porque no encuentra para los oídos frase más halagadora que las que le devuelven los nietos cuando les prepara una comida rica. “El lugar de reunión es mi casa, esa es una costumbre heredada de mis suegros Vicente y Cándida: ellos vivían en el campo y a veces éramos treinta personas a la mesa para comer los tallarines caseros”. Esa dinámica lo hace feliz. No anhela mucho más que eso.


Buenas relaciones y las raíces

De cada lugar por el que pasó conserva buenas relaciones. De Lucini recuerda con nombre y apellido a sus compañeros de la oficina técnica. Del negocio guarda vivencias con innumerable cantidad de clientes que son como familia. “Soy realmente un agradecido, tengo una estrella que me ha acompañado. Siempre tuve la suerte de tener buena gente alrededor y yo seguramente he puesto algo de mí para que eso sucediera”.

Vive en la casa que construyó en 1974 con un plan crediticio del Banco Hipotecario. En la misma manzana donde funcionaba la panadería y allí donde está su historia. Es devoto de la Virgen María y de Santa Lucía, y su esposa es devota de San Expedito, viajan con frecuencia a venerar esa fe. Disfruta de cosas sencillas, del asado al costado del camino y de la cercanía de los suyos. Está viviendo con los nietos, quizás lo que el ritmo del trabajo, no le permitió disfrutar a pleno con los hijos. Ha hecho esfuerzos y ha tenido recompensa.

Vuelve sobre sus orígenes sobre el final de la conversación. Así afirma que “Pinzón es su lugar en el mundo” y agrega: “No entiendo, aunque lo respeto, cómo hay gente que se puede desarraigar tan fácilmente. Yo no podría. En Pinzón están mis raíces, ese es mi lugar”, concluye emocionado y agradecido a la vida, por tanto.

https://www.laopinionpergamino.com.ar/mas/suplementos/perfiles-pergaminenses/alberto-rodriguez-la-panaderia-y-una-vida-en-pinzon-su-lugar-en-el-mundo

Preocupación por el quite de funciones al Maiztegui en el diagnóstico de hantavirus

20 de Enero de 2019 - 11:00

En el Instituto Maiztegui el diagnóstico de hantavirus se realiza desde 1994. (LA OPINION)

La Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud excluyó al Inevh de realizar diagnósticos de esta enfermedad. La labor se centraliza en otro laboratorio de referencia, con sede en Capital. La noticia generó alarma. Desde la intervención, a cargo de Claudio Bonel, aseguraron que la medida se tomó en el contexto del brote para unificar procedimientos.

El viernes una comunicación oficial en la página de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis-Malbrán) confirmó lo que era un grito a voces desde que se instaló el brote de hantavirus en la localidad de Epuyén: el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio Maiztegui” (Inevh), dependiente de la Anlis- Malbrán, uno de los dos únicos laboratorios nacionales de referencia para el diagnóstico de hantavirus existentes en el país, fue excluido de esta función, tarea que venía desarrollando desde 1994, año en que diagnosticó por primera vez un caso agudo de síndrome pulmonar por hantavirus en Argentina. Esta labor, a partir de ahora, se concentrará exclusivamente en el otro laboratorio de referencia también dependiente de Anlis-Malbrán, ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La información difundida por la Anlis expresa lo siguiente: “El diagnóstico de infección por hantavirus se realiza exclusivamente en el Laboratorio Nacional de Referencia para Hantavirus del Instituto Nacional Enfermedades Infecciosas (Inei)- Anlis- Malbrán, ubicado en Avenida Vélez Sarsfield 563 Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Esta comunicación, que se reprodujo también en redes sociales va acompañada de un instructivo para profesionales de salud para la toma de muestras y el envío al laboratorio nacional de referencia del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (Inei-Anlis-Malbrán); una ficha de notificación clínico- epidemiológico y material asociado que incluye descripciones sobre el procesamiento de toma y envío de muestras.

Preocupación

Fuentes del Instituto Maiztegui consultadas por LA OPINION confirmaron que ya no se realizan determinaciones diagnósticas para hantavirus en los laboratorios del Instituto Maiztegui, y observaron con preocupación que esto representa un claro quite de funciones al Instituto que genera alarma.
Lo que en un principio se pensaba que estaba circunscripto a las muestras que llegaban del sur del país - y que desde el comienzo del brote se centralizaron en el Inei- por decisión de la intervención de la Anlis se hizo extensivo a muestras de distintas regiones que recibe el Instituto Maiztegui, y que desde ahora ya no podrán procesarse en Pergamino.

Retiro de muestras

Según pudo saber LA OPINION, el viernes en horas de la mañana un vehículo enviado por la Anlis-Malbrán de Buenos Aires se hizo presente en el Inevh para retirar las muestras que se habían recepcionado y trasladarlas a Capital Federal para su procesamiento. De hecho, por indicación del interventor del Inevh, Claudio Bonel, se recibió la orden de no procesar ninguna muestra que ingrese al Maiztegui para el diagnóstico de Hantavirus.


Un referente

Vale recordar que el Instituto Maiztegui es Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud para Fiebres Hemorrágicas Virales además de ser Laboratorio de Referencia para el estudio y diagnóstico de Fiebre Hemorrágica Argentina, Arenavirus, Arbovirus (Dengue, Zika, Fiebre Amarilla, etcétera) y hantavirus y que las muestras que se recepcionan se analizan en un panel que incluye distintas enfermedades ante síndromes febriles inespecíficos que generan la sospecha por parte de la comunidad médica y ameritan el diagnóstico diferencial.
Más allá de la necesidad que suele darse en contextos de brote de centralizar información, es llamativo que esta decisión de excluir al Maiztegui de realizar el diagnóstico de hantavirus se tome en un momento en el que el país necesitaría tener funcionando a pleno los dos laboratorios con capacidades instaladas y profesionales con reconocida y proba experiencia en el manejo de estas enfermedades.
Ante algunas versiones que indicaban que la medida se había tomado por un problema técnico que impedía al laboratorio del Inevh realizar el diagnóstico, fuentes del Instituto aclararon que en la actualidad continúa técnica y operativamente en condiciones de dar respuesta diagnóstica.

La palabra oficial

Ayer por la tarde LA OPINION tomó contacto con Claudio Bonel, interventor del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio Maiztegui”, quien explicó el alcance de esta medida al señalar que fue una decisión de la intervención de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud, a cargo de Claudia Perandones, que fue consensuada con el secretario de Salud de la Nación, Alfredo Rubinstein, en el marco de la necesidad de “homogeneizar procedimientos en el contexto del brote”.
“La realidad es que en el país existen dos grupos con experiencia que tienen la capacidad para hacer estudios de hantavirus y la dirección de la Anlis decidió que la realización de los análisis se centralicen en la sede central de la Anlis”, explicó.

-¿Las muestras se reciben en el Maiztegui y luego se remiten al Malbrán?
-Pueden venir de cualquier lugar del país directamente al Malbrán o pueden enviarse al Instituto Maiztegui, según la proximidad de los centros que deriven las muestras. Para evitar recargar el costo de transporte que puede suponer para organismos que están próximos al Inevh mandar las muestras directamente al Malbrán, pueden entregarlas al Inevh y luego Anlis central las retira y las lleva al laboratorio.

-¿Esta logística no supone una dilación en el procesamiento de las muestras, atendiendo a que el Instituto Maiztegui tiene capacidad instalada para realizar directamente el diagnóstico?
-Esto no demora el diagnóstico. En el Instituto se están recibiendo muchísima cantidad de muestras de distintas zonas y a medida que se notifica la recepción, se incorporan inmediatamente en la secuencia para el análisis en la Anlis central.

-En un momento en el que el país necesita celeridad en el diagnóstico, ¿a qué atribuye la decisión de limitar el funcionamiento de uno de los dos laboratorios del país que pueden realizar esta tarea?
-Es una decisión tomada por la dirección de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud para unificar procedimientos en el contexto del brote de hantavirus

-¿Representa un quite de funciones al Instituto Maiztegui?
-Es una medida que regirá mientras dure el brote de hantavirus. Hemos hablado de esta situación con el intendente y la secretaria de Salud y tenemos el acompañamiento pleno de ellos.

-¿Luego esta función que queda restringida se restablecerá con la dinámica habitual?
-Efectivamente.

En las redes

En las últimas horas a través de las redes sociales se viralizó un mensaje que hacía referencia al posible cierre del Maiztegui. El interventor del Inevh desmintió que esto pueda ocurrir y expresó: “Eso es falso. Lo que me preocupa es que en el Maiztegui trabajan muchos argentinos y argentinas que dependen de esa labor y es una pena que estén acongojados y preocupados por una noticia sin fundamento”.
Personal del Inevh, en tanto, difundió un comunicado en el que insisten en que “resulta de suma gravedad que se haya reducido a un solo laboratorio la posibilidad de dar respuesta diagnóstica en medio de la ocurrencia de un brote de hantavirus. Asimismo manifestaron su profunda preocupación por cuanto “además de tratarse de una cuestión de salud pública, al Instituto se le ha quitado una función que venía desarrollando, lo que sumado al desfinanciamiento que se ha profundizado en el último año, ponen en riesgo y generan incertidumbre sobre el futuro de la institución”.

https://www.laopinionpergamino.com.ar/pergamino/preocupacion-por-el-quite-de-funciones-al-maiztegui-en-el-diagnostico-de-hantavirus

domingo, 13 de enero de 2019

Aldo Castiñeira: el hacedor de una de las sandwicherías más conocidas de la ciudad

Aldo Castiñeira, siempre cerca del negocio que lo transformó en “pergaminense”. (LA OPINION)

13 de Enero de 2019 - 11:10

Es pergaminense por adopción y aquí echó sus raíces comerciales y familiares. Afrontó la muerte de uno de sus hijos, lo que lo transformó en un hombre resiliente que nunca se apartó de una profunda fe en Dios. Es un agradecido a la ciudad porque lo acogió como a uno de los suyos.

Aldo Oscar Castiñeira es pergaminense desde hace 36 años, cuando llegó a la ciudad para instalar la sandwichería Zita 3. Nació en Rosario y allí se había entrenado en esa actividad gastronómica en el marco de una sociedad con un amigo. Quería hacer su propio camino e impulsado por ello, tomó la decisión de abrir su empresa. Llegó aquí por azar, sin conocer el lugar, y siguiendo referencias que señalaban que no había negocios de ese tipo, algo que confirmó que no era cierto apenas se estableció. Le hizo frente a la competencia y se fue consolidando en el rubro hasta que ganó un espacio y se impuso por las características del producto, por la amplitud de criterio con la que siempre tomó nuevos desafíos para diversificar su actividad y ampliar la oferta de servicios a sus clientes y por el esmero que puso en la tarea desde el primer día que abrió las puertas en Merced y Lagos. “Viví en Rosario durante 30 años y me vine a Pergamino con el deseo de armar mi propia sandwichería; quería tener mi propio negocio pero no quería ser competencia de mi amigo con el que había compartido hasta ese momento la actividad comercial”, cuenta en el inicio de la entrevista en la que habla de sus comienzos y de sus orígenes. El diálogo se produce en la oficina del comercio, mientras en un ambiente contiguo la tarea de elaboración de sándwiches de miga está a pleno. Nada lo distrae de la charla que acepta con amabilidad.

“El motivo por el cual me vine a Pergamino realmente no lo sé, quizás fue Dios o el destino. Antes de llegar había recorrido varias ciudades y cuando vine pregunté si había sandwicherías; me dijeron que no, en realidad sí había. Originalmente abrimos en Lagos y Merced, donde estuve quince años y de allí me vine para acá, en la esquina de San Nicolás y Pinto”, relata.

“Soy un agradecido eterno a Pergamino porque me acogió muy bien. Al principio sentía que acá no tenía pasado y entonces cuando iba a alguna reunión siempre estaba en silencio. Hablaban de gente que no conocía y de experiencias de infancias que yo no había vivido. Ahí sentía que era ajeno, pero poco a poco con el paso de los años el negocio ayudó mucho a que yo ganara sentido de pertenencia”, refiere.


El negocio

“Soy un tipo muy agradecido”, señala cuando habla de su comercio y reconoce que al principio las cosas le costaron un poco “porque arrancar con un negocio no es fácil”.

La sandwichería lleva el nombre de su hija, aunque todo el mundo piensa que es un apellido. “Al principio costó imponer el negocio porque en Pergamino había una sandwichería, la de Nacura, que en ese momento era ‘un monstruo’ que estaba muy bien ubicado y trabajaba muy bien. Nosotros por entonces ni siquiera estábamos en pleno centro. Yo tenía un sándwich más chico que el de Nacura y lo vendía a menor precio, pero él era líder”, relata. Y atribuye a la “constancia” y al “sacrificio” las claves que le permitieron imponerse ganando su propio lugar en el mercado.

“Poco a poco el negocio fue creciendo gracias a Pergamino”, resalta recordando que mucho de lo que sabe en su oficio, lo aprendió con su amigo rosarino.

“Debo ser el único argentino agradecido a Carlos Menem porque durante su gobierno se permitió a las estaciones de servicio instalar los shop y eso abrió un nuevo nicho para vender nuestros productos. Nos agrandamos mucho y llegamos a comercializar en gran parte de la provincia de Buenos Aires. Teníamos siete camionetas que salían a repartir y tuve un depósito con oficinas en Capital Federal. El negocio creció, dio un vuelco rotundo y dentro de la actividad comercial que veníamos desarrollando me encontré con otra más”, destaca.

Cuando la venta en estaciones de servicio comenzó a tener más competencia y bajó la rentabilidad, Aldo buscó abrir “nuevas puertas”.

“Comenzamos a ofrecer servicio de catering y a trabajar con empresas, muchas de ellas agropecuarias. A algunas firmas les llevamos la comida todos los días y otras nos convocan cuando tienen eventos”, menciona, destacando que cada una de las decisiones tomadas son las que permitieron el crecimiento que se mantiene en la actualidad.

Desde hace dos años Aldo ya no está formalmente al frente de la actividad empresarial. “No estoy más y estoy porque es muy difícil dejar”, confiesa y continúa: “Es toda una vida. Yo siempre digo que la mujer tiene hijos y el hombre tiene negocio, que es en cierto modo como un hijo, porque el negocio te desvela, te da felicidad, angustia, preocupación. Pensás todo el tiempo en él porque querés crecer. Hoy después de tantos años es un negocio al que conoce casi todo Pergamino. Tengo clientes de la primera hora que siguen viniendo; pero lograr eso demandó grandes esfuerzos y algunos sacrificios”.

Quienes tomaron la posta fueron los hijos. “Les regalé el negocio a mis hijos, Pablo es quien lleva el negocio adelante y Zita es contadora y se encarga de los números. Ellos hicieron una dupla y se desempeñan muy bien”.


Su familia y la pérdida

Una vez establecido en la ciudad y con el negocio funcionando, Aldo decidió traer a Pergamino a su familia. Así fue que su núcleo familiar conformado por su esposa e hijos se constituyó aquí. Cuenta que tuvo tres hijos y se introduce quizás en el segmento más duro de su vida ya que hace doce años su hijo mayor falleció en un accidente automovilístico en la ruta a Venado Tuerto donde trabajaba como contador auditor de una empresa. Confiesa que nunca se vuelve a ser el mismo luego de la pérdida de un hijo. Algo se nubla en sus ojos y en la voz cuando lo menciona. Pero enseguida se sobrepone para hablar de los hijos que están: Pablo (40) y Zita (36). Su hijo Martín hoy tendría 43 años.


Un dolor sin nombre

Reconoce que nada fue igual en su vida después del fallecimiento de su hijo. “Cambió todo después del accidente. Uno sigue viviendo, sigo estando, tengo cinco nietos y dos hijos que son parte de mi vida, pero cuando se pierde un hijo se pierde parte de uno porque uno vive sin nombre. Cuando se te muere un hijo hay alguien que ya no te llama papá o Aldo. No hay nombre para el dolor que se siente. Es un dolor muy grande que se lleva siempre. Es insuperable”.

Recuerda a Martín todos los días, por una cosa o por otra. “A pesar de que hace doce años que falleció lo busco en la calle”, cuenta en un testimonio conmovedor. Y por lo irremediable de la pérdida no es su hijo el que aparece cuando él incansablemente lo reclama. Los que sí irrumpen son los amigos que siguen acercándose a él para recrear anécdotas y recuerdos que mantienen viva la memoria y la sensación de extrañeza frente a lo injusto. “Todavía cuando nos encontramos con los amigos de Martín lloramos”, confiesa. Y cuenta que siempre fue muy apegado a los amigos de sus hijos. Su casa fue el lugar al que llegaban todos para compartir asados y contar cuentos.

Se conforma al referir que por alguna razón le tocó atravesar por la desgracia de la pérdida y frente a ello considera que se tiene la obligación de “hacerse de fuerzas para seguir”.


Una nueva etapa

Hace poco más de un año fue Aldo quien tuvo un accidente automovilístico volviendo de Colón. Eso lo empujó a desacelerar el ritmo de la actividad laboral y abocarse al inicio de una nueva etapa.  Un tanto más alejado del negocio, su tiempo transcurre en su casa y en el encuentro con amigos. Se define como un hombre al que le gustan “los bares”. Eso tiene que ver con un pasatiempo y con un gusto por la charla con los amigos de siempre con los que se encuentra a diario para compartir un café. “La ida al bar también es un escape porque el encierro no es bueno”, reconoce y agradece el hecho de haber conformado una red afectiva de contención y buena compañía. “También conservo a dos amigos de Rosario con los que me frecuento a menudo”, destaca.


Relaciones entrañables

Aldo mantiene una excelente relación con los nietos. Cuenta que con sus dos nietos mayores, Santiago, hijo de Martín; y Juan Cruz, hijo de Pablo, desde que tenían 5 años se iban de vacaciones los tres juntos. “Ese ritmo lo llevamos hasta hace cuatro años”. Hoy los chicos están más grandes y la vida te los lleva por otro camino. Sin embargo lo que les quedó de aquellos viajes dura para siempre. “Somos muy amigos, tenemos mucha confianza y nos amamos de verdad”, resalta.

Le dicen “Tata” y cuando escucha de voz de sus nietos las anécdotas de los viajes siente una emoción profunda que lo gratifica. Son los momentos en los cuales la vida le ofrece recompensa. También con sus nietos más chicos tiene una excelente relación. “Antonio, Victorio y Vito son más chicos y nos disfrutamos mucho”.

También menciona a las parejas de sus hijos cuando habla de sus relaciones más cercanas. Así habla de Gabriela, la mamá del hijo de Martín que vive en Buenos Aires; de Daniela, la mujer de Pablo; y de Luisma el esposo de Zita.


Un hombre de fe

A lo largo de su vida siempre ha tenido un contacto muy directo con la Iglesia Católica y ha tenido con la fe experiencias extraordinarias que lo han enriquecido. “Por alguna razón en mi casa siempre hubo algún sacerdote, mis hijos se educaron en colegios católicos, así que siempre estuve muy cerca de la iglesia y fui un hombre de mucha fe que trabajé mucho por la iglesia”, señala.

Recuerda con agrado su participación en comisiones y en los Encuentros de Paz. “Yo colaboraba en la cocina y aprovechaba esos momentos para hablar mucho con los chicos que asistían a los encuentros, siempre tratando de orientarlos y sugerirles cosas sin dar consejos.

“He conocido a muchísimos chicos. Me lo recuerdan por la calle cuando me encuentran y me dicen que me conocen del tiempo en que era ‘carmelita’, como se llamaba a los que ayudábamos en la cocina de los encuentros”, agrega.

Después del fallecimiento de su hijo, la relación con la iglesia cambió: “Yo era de comunión diaria, cuando se murió Martín fui durante una semana a la Iglesia, no ya a misa, sino a sentarme para charlar con Dios. Me enojé, no con Dios sino conmigo y me pregunté por qué a mí, sin encontrar jamás una respuesta.

“A pesar de eso, sigo amándolo a Dios, nunca me aparté de él. Soy un tipo que reza todos los días, eso me hace bien. Me conforta, me siento apoyado. Pero a la iglesia dejé de ir”.


El futuro

Cuando promedia la conversación, la charla vuelve a girar sobre el negocio. Y de algún modo se introduce en el futuro. “En este negocio siempre que se cerró una puerta, se abrió un portón. Eso sucedió desde la primera hora. Y creo que seguirá siendo así. Siempre buscando nuevos horizontes. Si uno quiere seguir agregando cosas, siempre puede innovar sin abandonar la esencia”, reflexiona este hombre que hoy retirado de la actividad tiene vívidos los recuerdos del tiempo en que estaba “para toda tarea” desde la cocina hasta la limpieza, la administración y la atención al público y que consiguió dotar a su emprendimiento comercial de una estructura que lo hizo sustentable. Pasado, presente y futuro confluyen en su apreciación cuando destaca que hoy cuenta con personal y una dinámica parecida a la de “una familia”.


Su lugar

Sobre el final, vuelve sobre su relación con Pergamino: “Me siento pergaminense, tengo mi vida acá. Los 30 años que pasé en Rosario fueron parte de mi vida, pero cuando vuelvo a ese barrio en el que viví me siento un visitante. Solo está el recuerdo de mis padres, Arnaldo y Ana; y de mi hermano Arnaldo ya fallecido. Miro todo con añoranza, pero en el bar al que iba, no encuentro a ningún conocido.  Mi vida ya no está ahí”. Con esta apreciación y un gracias a la ciudad que lo acogió, para permitirle construir lo que tiene en lo comercial y en lo afectivo, la charla, simplemente termina.

https://www.laopinionpergamino.com.ar/mas/suplementos/perfiles-pergaminenses/aldo-castineira-el-hacedor-de-una-de-las-sandwicherias-mas-conocidas-de-la-ciudad

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