La revolución del 4 de junio de 1943 y, en particular, la figura de Juan Domingo Perón dividieron desde el inicio mismo a la opinión política que se mostraron contrarios a la figura del “coronel del pueblo” como se lo comenzó a llamar a ese joven militar. Esto puede verse reflejado en las publicaciones de la época que estaban arraigadas al viejo patriciado (La Nación, La Prensa, Clarín, La Razón, El Mundo, Noticias Gráficas y Crítica). Son los mismos medios que producida la gesta popular del 17 de octubre operó ante ese hecho histórico, degradando ese accionar del pueblo trabajador al definirlo como fascista y su “Marcha sobre Roma” hasta endilgarle epítetos como “murga”, “grasa” y “descamisados”. Se contestó con ingenio, pero también con estrategia política que tuvo su eje en el Partido Laborista para enfrentar la falta de medios y a la fuerte estructura política de la llamada Unión Democrática.
La estructura política de Perón
Una vez establecida la fecha de las elecciones para el 24 de febrero de 1946 el Partido Laborista se convirtió en el eje principal para confrontar a la llamada Unión Democrática.
El Laborismo tuvo un fuerte aliado: la Unión Cívica Junta Renovadora, una escisión de la U. C. R. del Pueblo. Esta escisión estaba presidida por el Dr. Hortensio Quijano y contaba entre sus seguidores a Juan Cooke y sus hijo John William, Armando y Diógenes Antille, Diego Luis Molinari, Alberto Iturbe, Raúl Bustos, Eduardo Colom, Alejandro Leloir. Muchos de ellos jóvenes rezagados en sus aspiraciones por los dirigentes máximos de los partidos establecidos (Conservadores, Radicales, Socialistas). Otro aliado fue un pequeño partido llamado Independiente que encabezaban entre otros el general Filomeno Velazco, Alberto Teisaire, Héctor Cámpora. En Pergamino este sector lo representaba Emilio Visca, quien pertenecía al sector conservador.
Para llevar con éxito estas alianzas se conformó una Junta de Coordinación Política que estuvo presidida por Juan Atilio Bramuglia a fin de encontrar soluciones a todos los problemas que se presentaban. En ese ámbito se acordó que cada uno de los partidos que participaban, llevando la candidatura de Perón elegirían a sus candidatos y que el 50% de los cargos debían pertenecer a los laboristas y el otro 50% a los radicales y a los independientes. Por ese acuerdo se sobrentendía que el gobernador de la provincia de Buenos Aires debía ser laborista y que el vicepresidente de la Nación debía ser radical o independiente. Si bien se especificó de esa manera los preliminares para acordar, definitivamente, fue caótico, complejo, traumático, so
bre todo, por las profundas diferencias que existían entre los radicales y los laboristas. Si bien estos sectores partidarios tenían en claro que el presidente debía ser Perón, después de ese punto de encuentro todo era polémico, discutible, peleado. Una de las principales lucha se presentó por el candidato a la vicepresidencia.
Diego García en el armado político
El 15 de enero de 1946 en una reunión realizada en Cangallo 1700, donde participó Diego García, el Partido Laborista designó el binomio presidencial Perón-Mercante. Domingo Mercante había sido secretario de Trabajo y Previsión y había trabajado en conexión con los sindicalistas laboristas, tanto en la búsqueda de soluciones laborales como en la formación y cohesión del Partido Laborista. Esa actividad le sirvió a Mercante para proponerse él mismo, desairando otros nombres como el de los laboristas Luis Gay y de Cipriano Reyes que sonaban con fuerza para ocupar el deseado cargo.
Por otra parte los radicales renovadores decidieron que la fórmula fuera Perón-Quijano. Esta pulseada política fue finalmente ganada por el Radicalismo Renovador. Los laboristas no quedaron satisfechos, abriéndose una brecha entre Perón y ellos, ya que se sintieron traicionados. Pero la cercanía de las elecciones evitó la fragmentación.
Las discrepancias según García
Si bien el Radicalismo Renovador era aliado del laborismo para las elecciones del 46, las discrepancias que se presentaron en las elecciones para los cargos mostraban sus profundas diferencias. Es que el radicalismo pertenecía a un partido tradicional, constituido por profesionales, por comerciantes acomodados, por empleados jerarquizados; y el laborismo era un fenómeno político nuevo, protagonizado por sindicalistas curtidos por la lucha gremial, que no tenían ligazones políticas con el pasado, sino un ímpetu renovador y revolucionario.
Todo esto estaba planteado en esa lucha que se estableció por la candidatura a vicepresidente y en otras confrontaciones como las candidaturas para la gobernación para la provincia de Buenos Aires.
En esas pulseadas perdió el Laborismo. Una derrota para tener en cuenta, ya que de alguna manera podemos decir que antes de las elecciones había triunfado el sector que le daba una fuerte impronta burguesa sobre las premisas más auténticas que supo presentar el pueblo trabajador por medio de su propio partido.
Diego García supo expresar sobre esa gran problemática que se presentó ante de las elecciones:
"Teníamos discrepancias muy serias en esos días. Estábamos de acuerdo que Perón era el afiliado número uno de nuestro partido y eso nos jerarquizaba, pero no era el jefe total, definitivo. Aunque yo ya tenía en claro que para llegar a buen puerto era el líder el que debía decidir. Cuando realizó el discurso del 12 de febrero en el cual proclamó de manera oficial la fórmula con Quijano y se disiparon todas las dudas se decidió de alguna manera quien iba a estar al lado de Perón y quien no. Hubo quienes se sintieron traicionados por esa cuestión. Yo personalmente decidí que había otro tema mucho más importante y que estaba en su discurso cuando expresó:
"Sepan quienes votan el 24 por la forma del contubernio oligárquico comunista, que con este acto entregan el voto al señor Bramen. La disyuntiva en esta hora trascendental es esta: ¡Braden o Perón!"
Yo lo tuve claro y no me dejé arrastrar por las cuestiones electivas."
Las elecciones en Pergamino
El clima de las elecciones en Pergamino se parecía en un todo a lo que ocurría a nivel nacional. Fue una lucha encarnizada, sin cuartel. Ataques verbales, golpes bajos donde se manifestaba un odio reciproco que se manifestó de una manera inusitada, haciendo prevenir que el enfrentamiento sería más vasto, ya que el triunfo de uno suponía la total exclusión del otro.
La Unión Democrática (radicales, socialistas, conservadores, comunistas) inundaba las calles y los hogares con distintos periódicos dedicados a defenestrar la figura de Perón. Algunos de ellos fueron "Llamarada" de la Juventud Socialista Esteban Echeverría; "Vasta" de la Juventud Antifascista, la revista de TEA, que tomó decididamente las banderas de la Unión Democrática.
En Pergamino a favor de la fórmula Perón-Quijano se encontraban el Partido Laborista, la U. C. R. Yrigoyen-Perón y el Partido Independiente.
El Radicalismo Renovador tenía su Comité entre las calles Echevarría y Luzuriaga. Lo integraban entre otros: Miguel Giuliano, José Di Tata, Rubén Raúl Rego, Francisco Moy, Héctor Garbotti, Ovidio Cotardi, Armando Fusco, Miguel Musacchio, Adán Nuesch, José F. Lucich, Pascual Olguín, Humberto Mónaco, Vicente Scorpanich, Raúl Arozaerra, Luis Ramos, Guillermo Hussar, y el Dr. Guillermo Ball Lima que la lideraba. Esta agrupación trabajó sin descanso.
El Dr. Guillermo Ball Lima fue el primer profesional que se acercó al peronismo de Pergamino y llevó adelante un trabajo invalorable conformando cuadros políticos, dando discursos y abriendo locales a lo largo y a lo ancho del partido. Su capacidad de trabajo, sus condiciones oratorias lo llevó a distintos lugares, adoctrinando y fomentando la razón por la cual se debía votar a Perón.
En este comicios que fuera considerado "muy correcto" votaron en Pergamino 13.247 ciudadanos. El triunfo correspondió al Partido Laborista que obtuvo 7.583 votos contra 5.000 de la Unión Democrática. Este resultado se confirmó recién el 21 de marzo de 1946.
POR Rafael Restaino