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miércoles, 4 de enero de 2017

LA HISTORIA DE POCHO | El inundado que se olvidaron ¿o abandonaron?

Por PrimeraPlana.com.ar 04/01/2017

Un hecho tan sorprendente como horroroso se suma a la lista del negligente operativo organizado por la Municipalidad de Pergamino por la reciente inundación. Se olvidaron a un jubilado discapacitado, en el centro de evacuados de Pionner, cuando ya no quedaba nadie. Luego que advirtieron su presencia, no sabían dónde trasladarlo y después de peregrinar por distintos lugares, dispusieron su internación en una clínica. Una madrugada lo levantaron para sacarle fotos con funcionarios del PAMI que le entregaron una silla, que nunca pudo usar porque es más pequeña de la que necesita. Y después apareció la gobernadora bonaerense para darle un abrazo de 15 minutos para nuevas fotos: “No sé qué me da más miedo: si volver a inundarme o verla a mi mamá con la Vidal”, sostuvo una de las hijas de “Pocho”.

El viernes 30, a media mañana, el reporte del Municipio señalaba que no quedaban evacuados. En conferencia de prensa, el intendente Javier Martínez se refirió a los evacuados y detalló: “Hubo 455 evacuados, 140 en Hernández, 130 en Complejo Pioneer, 80 en Kennedy, 35 en Centenario, y 70 Villa Alicia. Calculamos unos 1500 autoevacuados”. Más de un centenar de familias habían regresado a sus viviendas para estrellarse con otra dolorosa realidad: comprobar con sus propios ojos el pavoroso saldo de la inundación más importante desde abril del ‘95.

Cuando alguien se preparó para cerrar el centro de evacuados de Pionner, en el predio de Avenida Almafuerte e Irlanda, escuchó voces que retumbaban en el comedor. Se asomó por la ventana y vio a “Pocho”, un jubilado en silla de ruedas y su esposa Inés, esperando que alguien vaya por ellos. Se los habían olvidado. Casi abandonado.

“Pocho” Villalba es conocido en la ciudad porque es el propietario del kiosco que funciona en el interior del Parque Municipal “General José de San Martín”. Vive con su esposa, Ana Inés Rodríguez, con quien está casado hace 47 años, en Gaboto 470.

Durante la madrugada del 26 de diciembre no pegaran un ojo en toda la noche. Esa noche muy pocos pudieron dormir en Centenario. Laura, una de las hijas de “Pocho” e Inés, contó: “Nadie te avisa nada. Nadie te avisa nunca nada” y reveló que desde un vehículo municipal, que durante esa madrugada post-Navidad recorría el sector, les dijeron: “Si sigue lloviendo así no va a pasar nada”.

La crecida llegó entre las 7:30 y las 8:00. Algunos vecinos tomaron los recaudos por cuenta propia de levantar las cosas a un metro de altura, pero el agua superó la expectativa. En la casa de “Pocho” pasó el 1,20 metro y sumó la tercera inundación. “Cero alerta y cero planificación”, definió Laura.

“No hubo ningún tipo de alerta en el barrio. Estuvimos desde las 12:00 de la noche a las 7:00 de la mañana del lunes yendo a mirar a cada rato el Arroyo. Fue un tiempo muerto para todos, que pudiéramos haber utilizado para otra cosa productiva como por ejemplo, trasladar a mi papá mucho antes”

“Pocho” sufrió la amputación de su pierna izquierda, padece diversos problemas de salud, tiene 73 años y pesa 115 kilogramos. Necesita de asistencia permanente y movilizarlo demanda de -al menos- dos personas. Los familiares resumieron el rol de las autoridades municipales con un “todo mal pensado. Ellos sabían del alerta y no alertaron”. En la edición de mañana, PRIMERA PLANA explicará en un informe especial porqué la familia de Pocho tenía razón.

“Pocho” Villalba fue alojado en el centro de evacuados de Pionner, con la compañía de su esposa, de 71 años. Sus días allí fueron de atención constante y contención permanente. Inés destacó que “el personal que nos atendió, ya sea los enfermeros, con Carlitos González Taborda al frente, los cocineros y los policías nuevos, fue muy humano y amable con mi marido. No hay palabras para agradecerles”. 

El problema más grave fue cuando terminó el operativo organizado por el Municipio y “Pocho” e Inés quedaron solos, olvidados.

La familia domiciliada en calle Gaboto al 400 reveló que personal de la Municipalidad le manifestó “si sigue lloviendo así no va a pasar nada” y a las pocas horas las casas se inundaron: “Nadie te avisa nada. Nadie, nunca, nada”

Su vivienda estaba en las peores condiciones. Con 1,20 metros de agua que recién había bajado y sin posibilidades de empezar la tarea de limpieza, al menos con “Pocho” residiendo en ese lugar. El destino pasó a ser incierto. Ellos esperaban ayuda, respuesta, atención, solidaridad: aguardaban no ser olvidados.

A las 10:00 del viernes no quedaba nadie en Pionner. “Pocho”, con Inés, firme a su lado, empezaba a esperar. Pero no sabía a quién o a quiénes. Pasaban las horas y no había novedades. Los familiares también habían sido castigados por los más de 200 milímetros y sus viviendas resultaban poco menos inhabitables.

Apenas personal de la Subsecretaria de Salud, que ya habían concluido el operativo y los flamantes efectivos de la Policía Local fueron complacientes y decidieron oficiar de acompañantes.  

Laura, junto a un grupo de voluntarios, limpiaba la casa de sus padres. “Ese viernes a la mañana, a mi papá lo querían traer si o sí. Me llamaron varias veces para traerlo”, contó. Y de manera inmediata agregó: “Es una ausencia total del Estado, teniendo que ocuparnos nosotros por cosas que tienen que resolver ellos. No pueden traerlo a su casa para cerrar Pionner y no certificar cómo está la casa donde lo llevan. Son grandes y él es discapacitado. Lo querían despachar”.

Inés explicó que “como no sabían dónde llevarnos, nos trajeron a mi casa y nos dijeron que ella (por su hija) nos estaba esperando y que hasta teníamos heladera nueva. Y era mentira. Ni ella nos estaba esperando ni teníamos heladera. La perdimos a la heladera y es imposible vivir sin ella porque necesitamos conservar la insulina para mi esposo”.

En una ambulancia de Medicar, cerca de las 15:45, trasladaron a “Pocho” desde el centro de evacuados Pionner a su casa, donde efectivamente resultó imposible que descendiera debido a las condiciones en que se encontraba la propiedad. Entonces la derivación, por disposición del Municipio, fue a la Parroquia del Carmen, donde supuestamente lo hospedarían. No obstante, el párroco justificó que ese lugar no estaba preparado para tal fin.

El próximo destino resultó ser la casa de una de sus hijas, la cual también se había inundado, en la zona de Prudencio González y Carpani Costa, pero independientemente de ese impedimento las dimensiones de la silla de ruedas de “Pocho” no permitían el ingreso por ninguna puerta de la finca.

Por último, fue derivado a una clínica privada. “Uno tiene derecho a preservar la salud de sus familiares. ‘Pocho’ es un hombre discapacitado, que no puede movilizarse de ningún modo. Necesita de tres personas. No puede solo”, recalcó su esposa.

Hasta ahora la familia de “Pocho” no recibió ningún tipo de ayuda. “Los colchones tenés que ir a buscarlos; cinco horas de fila por lo menos; no te traen nada, la ayuda tenés que ir a buscarla vos y no importa las condiciones en que estés”, resaltaron. A Gaboto 470 fue una asistente social de la Municipalidad, quien cuestionó la planificación familiar y argumentó que la situación se resolvía con un llamado telefónico. “Se quitaron todo tipo de responsabilidad. La asistente nos dijo ‘pero tu hermana se inundó poquito, hasta acá’ (señalando algunos centímetros por debajo de las rodillas). Increíble…queriendo justificar dónde dejar a un hombre en sillas de ruedas, de 73 años”, señalaron los familiares de “Pocho” Villalba.

El sábado 31, el último día de 2016, visitó el domicilio de “Pocho” el jefe de la Agencia PAMI Pergamino, Emanuel Linares porque “se echaban la culpa entre la Municipalidad, Acción Social y PAMI”. Pero “acá la responsabilidad es del Municipio, ellos estaban a cargo de los evacuados y éste es un caso muy complejo, con gente inundada, de tercera edad y un discapacitado”, consideró la familia.

Hubo varios episodios que causaron indignación, bronca e impotencia en ésta familia pergaminense damnificada por partida doble: inundados, primero y olvidados, después. Y un par de ellos, como sucede habitualmente en estos casos, involucra directamente a la clase política, la denominada “politización de las necesidades”.

El martes 27, en plena madrugada, alrededor de las 2:30, funcionarios del PAMI central se presentaron en el centro de evacuados de Pionner, con bombos y platillos, para entregarle una silla de ruedas nueva a “Pocho”.

“Fue todo un equipo de gente y un movimiento bárbaro esa madrugada. Nos entregaron una silla de rueda y tuvimos que levantar a mi esposo, con los enfermeros, para sacarnos fotos; era todo fotito y fotito”, recordó Inés. Pero eso no es todo. “Les dije -afirmó- que mi marido no entraba en esa silla, que no la íbamos a poder utilizar, pero me porfiaban que sí. A la mañana, la medimos y la probamos: mi marido no entraba en la silla. Es decir, le dieron la silla de ruedas nueva, se sacaron la foto y mi esposo no entraba”.

El cuadro se completó la tarde de ese mismo martes, cuando visitó Pionner la gobernadora María Eugenia Vidal, acompañada por el intendente municipal y también estuvieron con “Pocho” y su esposa. “Vidal me tuvo como 15 minutos abrazada y nada más que eso: una foto, otra fotito”, se lamentó Inés, a lo que Laura remató: “No sé qué me da más miedo: si volver a inundarme o verla a mi mamá con la Vidal”.

Ni más ni menos que otro amplio ejemplo de la politiquería Argentina, con gobernantes de turno que politizan las necesidades de la gente teniendo las urnas en medio de las narices.

Noticias de la Municipalidad de Pergamino