Por Eduardo Vázquez
A principios de los sesenta, se decidió restaurar la antigua estancia de los Cueto (1840), para crear allí el “Museo Agrícola Pampeano”, que se frustró enseguida de inaugurado, porque fueron saqueadas las reliquias camperas que se dispusieron en su interior. Para la inauguración, se lo había invitado a José Pedroni, el gran poeta santafecino, quien se inspiró en la histórica casona para escribir los versos de “Pergamino”, una breve pero hermosa poesía, que permaneció olvidada en la biblioteca del INTA, hasta que se la desempolvó hace poco tiempo.
Pocos años después, durante una de las tantas dictaduras que soportamos, y estando el general Onganía sentadito en el sillón de Rivadavia, se inició una gestión para que la casona fuera declarada Monumento Histórico Nacional. Es una edificación de alto valor patrimonial, porque su construcción se remonta a los orígenes mismos de la explotación agropecuaria en Argentina, ya que el “pago del Pergamino”, fue pionero en este rubro. Pero para los sabiondos criterios de quienes llevaban a cabo la gestión, ésta iba a tener más peso, si se le daban aires castrenses a la estancia, diciendo que se trataba en realidad, de un “reducto rural fortificado”. Especular con que a los milicos del gobierno les importaba un comino el patrimonio y la cultura, tiene sentido, porque está visto que tampoco les importaba un comino la Constitución, la democracia, ni la soberanía popular, pero lo que resulta inaudito, es que aquella argumentación absurda, creada para obtener la rápida aprobación de un gobierno dictatorial, sea la fuente donde se ilustran nuestros “historiadores”. Hay que verlos luego, poner cara de circunstancia al repetir como loritos, la misma cantinela. Por empezar, la palabra “reducto” es habitualmente empleada para referirse a un tipo de construcción militar, y si le añadimos “fortificado”, el equivalente sería Fortaleza Militar. Nadie que posea sólo dos neuronas, va a confundir una casa, con un fuerte, pero ustedes, mis queridos lectores, pueden llegar a descomponerse de la risa al conocer cuáles eran aquellos sólidos argumentos “fortineros”: -- Que las puertas eran de gruesa madera, y cerraban con tranca! – Pues así eran las puertas de todas las casas del pueblo. – Que la escalera de ascenso al dormitorio era angosta! – Nadie hace escaleras de shopping, para subir a la pieza, pero según los “historiadores” locales, el tipo la hizo así, porque de ese modo podía parapetarse arriba , y con su trabuco mantener a raya a los indios libidinosos, que intentaran subir a “jugar al doctor” con la patrona – Que el alero del frente era bajo, para impedir el paso de un jinete a caballo! – Me pregunto: ¿En que película surrealista, vieron a alguien cabalgar bajo un corredor? – Que las paredes eran más altas que el techo, con la finalidad de estar protegidos cuando se echaban a disparar con el rifle! – Un simple peón de albañil, les puede aclarar que esas pequeñas barandas de ladrillo se llaman “cargas” y la poseen todos los techos, inclusive los de las propias viviendas de los “historiadores” – Que la parte trasera de la casa, que da al sur, no posee aberturas porque los ataques venían del oeste! – La casa, mis queridos neófitos, le da la espalda al sur, para protegerse del frío y la lluvia, porque de allá prevalecen los vientos en nuestra llanura. Así también orienta su nido el “hornero”, que es un pajarito, y ningún pajarón. Bueno, antes de despedirme, les regalo un par de datos más. A una legua del pueblo estaba la casa, y era visible, como lo prueban antiguas fotos; y su diseño, era prácticamente el mismo de la casona de Peña, donde nació Atahualpa…
PERGAMINO
José Pedroni (Esperanza 1963)
“Era un camino de cardal soplado
y un horizonte azul de indio que pasa
y sola con su miedo era una casa
de garza blanca con el cuello alzado .
Un navío de tierra soñoliento
surcaba el mar pampeano que mugía
el maíz era un sueño todavía
y el trigo apenas un presentimiento .
¡ Cuánto tardó para llegar y echarse
el camello de pan del campesino ;
cuánto la soledad para marcharse !
Pero todo llegó por el camino;
el amor y la paz que ha de ordeñarse
con un mapa en el cuero: Pergamino”
http://eltiempodepergamino.com/4927-generales-ni-reducto-ni-fortificado
A principios de los sesenta, se decidió restaurar la antigua estancia de los Cueto (1840), para crear allí el “Museo Agrícola Pampeano”, que se frustró enseguida de inaugurado, porque fueron saqueadas las reliquias camperas que se dispusieron en su interior. Para la inauguración, se lo había invitado a José Pedroni, el gran poeta santafecino, quien se inspiró en la histórica casona para escribir los versos de “Pergamino”, una breve pero hermosa poesía, que permaneció olvidada en la biblioteca del INTA, hasta que se la desempolvó hace poco tiempo.