DE LA REDACCION. Con la misma sonrisa y amabilidad de siempre Josefina y Susana transitan durante este año un nuevo aniversario de la Confitería “El Ideal”. Nueve décadas endulzando los paladares de varias generaciones de pergaminenses celebrará mañana esta empresa familiar que inició José Maureso en 1926 y que más tarde los hermanos Adolfo y Alfredo Climaco, tempranamente fallecidos, llevaron adelante por un tiempo y en la actualidad sus viudas acompañadas por hijos y nietos continúan con paso seguro hacia los tiempos futuros, pero sin duda, sin olvidar para nada su rica tradición y trayectoria.
Un poco de historia
Para comenzar a transitar la historia de El Ideal debemos iniciar un exitoso camino que comenzó su fundador José Maureso, quien era natural de Cherta (Cataluña). Llegó a la Argentina con un tío suyo con quien se instaló en Buenos Aires, pero al poco tiempo, con solo diez años de edad, se escapó de la casa de su pariente para trasladarse a Pergamino donde sabía que existía la familia Balart, que eran parientes lejanos.
En la confitería “La Esmeralda” de Juan A. Balart, Maureso trabajó durante catorce años, especializándose en la elaboración de alfajores. A los 24 años Maureso intentó con José Sancho la primera actividad como comerciante e industrial creando la Confitería “Sportam”. Después de tres años de trabajo intenso, la sociedad quedó disuelta y Maureso instaló su propia confitería y fábrica de masas que abrió las puertas frente al entonces teatro San Martín (calle San Martín) el 12 de junio de 1926.
Por otra parte, se caracterizaba por la calidad de los productos que realizaba entre los que se destacaban los alfajores, solicitados no solo en Pergamino sino en diversos puntos de nuestros país, Maureso fue uno de esos comerciantes que rápidamente supo de la importancia de la publicidad. Reconoció que todo el éxito comercial se debe a dos elementos: la nobleza de lo que se produce y la forma de propagarlo.
A medida que pasaron los años José se convirtió en una especie de patriarca para los miembros de su colectividad como también para otros ciudadanos de Pergamino.
Era tan grande la confianza que había adquirido al frente de su negocio, que fueron numerosos los giros postales como las sumas de dinero que le supieron confiar muchos clientes.
La familia Climaco
Juan Alfredo Climaco ingresó a mediados de 1926 como cadete en la confitería de Maureso. Luego pasó a ser ayudante confitero y luego oficial. Su hermano Adolfo también trabajaba para José y después de algunos años adquirió el negocio, que años más tarde compraría Juan. Don Juan estuvo al frente de la empresa familiar durante mucho tiempo, lugar que ocuparán sus hijos Carlos y Marcos y al fallecer estos sus esposas Josefina Gianetti y Susana Trotta se hicieron cargo del tradicional lugar para los paladares pergaminenses.
Los productos
En diálogo con LA OPINION, Josefina Gianetti y Susana Trotta manifestaron que “como es una tradición nuestros clientes nos eligen por la calidad de los productos, saben que son elaborados con materia prima de la mejor y contamos con una importante variedad de exquisiteces”.
Por último las actuales titulares del comercio expresaron un agradecimiento a toda la familia (remarcando a Juanjo y Camila), quien siempre estuvo en los buenos y malos momentos, a los proveedores y en especial a los clientes pergaminenses que desde décadas confían en los productos.
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