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jueves, 3 de abril de 2014

Laureano Riera, el luchador social


Laureano Riera, el luchador social, como se lo conoció y, sobre todo, después de haber editado los tomos de sus memorias, nació en Pergamino el 23 de mayo de 1908. Pertenecía a una familia de asturianos que se había instalado en esa ciudad y que después de muchas vueltas pudo establecer una panadería.

Laureano  fue el mayor de cinco hermanos, uno de los cuales falleció a poco de nacer y esa mayoría respecto de tres hermanos lo transformaron en el "hombre de la casa" siendo muy pequeño.
De todos los personajes que he conocido muy pocos tuvieron una vida tan plagada de increíbles acciones. Entre ellas sus duelos, su experiencia como linyera, su participación en la Guerra civil Española, su contacto con los principales anarquistas, y muchas más que hizo que fuera tildado por mentiroso por muchos. El mismo Osvaldo Bayer, el autor de esa obra magnífica como los es La Patagonia Rebelde, se convirtió en uno de sus tantos enemigos  por la forma en que Riera supo expresarse sobre el anarquista Severino Di Giovanni.
Tuve oportunidad de tratar largamente a este hombre con motivo de establecerse por unos cuantos días en Pergamino y que, podría decir sin duda alguna, fue una especie de despedida de su pasado.

Riera en Pergamino

Conocí a este hombre cuando vino a presentar el primero de sus tomos y tuve una leve participación en toda la engorrosa situación que se presentó al tratar de evitarse que la misma se realice en la Biblioteca Menéndez. Finalmente fue posible en la Cámara de Comercio con muy pocos participantes. Ahí tuve una impresión ambigua, ya que fue muy complejo todo lo que aconteció y había opiniones muy divididas sobre su personalidad. Entre otras cosas se decía muy fuerte a sus espaldas que debería darle vergüenza llegarse a Pergamino cuando no trepidó en abandonar su familia y muchas cosas más.
Un poco más adelante mi amigo, el actor Roberto Iriarte comenzó a realizar una adaptación de los dos tomos de las memorias para convertirla en una obra de teatro. Esa sería la razón principal por la cual regresó a Pergamino y se instaló en la casa de una de sus hijas que estaba ubicada entre las calles Marcelino Ugarte y Montevideo.
Allí estuvimos casi una semana donde además de presenciar con mucha emoción el estreno de teatral basado en su vida pudimos en un viejo grabador registrar parte de sus aventuras. Aproximadamente gravamos unos veinte casetes y, que por esas razones de la imprudencia, se perdieron cuando hoy serían un testimonio de mucho valor.

Numerosas historias
  
Parecía mentira este hombre pequeñito (no llegaba a un metro sesenta) hubiese sido uno de los que llevara adelante en la década del treinta "el culto del valor" y que fueran tantas y tan especiales sus aventuras. Esa duda que se presentaba entre su aspecto y sus historias se disipaba cuando su voz aguda explicaba las razones que lo llevaron a intervenir en tantos asuntos. Nos relató puntillosamente como el encuentro fortuito con un baúl lleno de libros revolucionarios lo convirtieron en anarquista, como debió luchar en su aldea asturiana para sobrevivir, la manera en que enfrentó a los guapos de Pergamino para quedarse con la mujer que amaba, los mitinees donde había sido uno de los principales oradores, el papel que desplegó en la defensa de los anarquistas de Bragado. Ahora bien de todas esas historias hubo dos que me parecieron fantásticas: la participación en la Guerra Civil Española y cuando quiso matar a Perón. 

Riera en la Guerra Civil Española

Decidió marchar hacia esa España Revolucionaria, a la España de la República en julio de 1937. A un año de iniciada la llamada Guerra Civil Española. Lo hizo para luchar a favor de su ideales anarcosindicalista, es decir, a favor de un mundo nuevo, que en definitiva es lo que estaba en juego en esa guerra. Por tal motivo no trepidó en dejar a su familia (esposa y dos hijos), su trabajo y cualquiera de esos asuntos que suelen justificar "la cobardía" como el mismo Riera supo decir a uno de sus nietos que estaban presentes y que le recriminó delante de todos los presentes justamente ese abandono ¡Maldita familia que justifica toda cobardía! Prácticamente en un grito le contestó este luchador social.
El relato realizado sobre su participación en esa Guerra Civil Española es para hacer una película. Desde el viaje hecho desde Buenos Aires a Barcelona, Capital de la Revolución, donde llegó el 17 de julio de 1937, pasando por todos los personajes con los cuales se contactó como  Domingo Fernández, proveniente de la ciudad de Rojas (Argentina); Diego Abad de Santillán, el traductor y publicista del movimiento libertario, quien lo llevó a encontrarse con el dramaturgo Rodolfo González Pacheco; José Casanova, panadero de Avellaneda; José Grünfeld; Avelino Fernández, Jacobo Prince, Jacobo Maguid, redactor del órgano oficial Tierra y Libertad; Rodolfo Bosch Pearson, quien tuvo una alta jerarquía militar a lo largo de esa guerra, son para hacer una novela o al menos una película como hemos dicho.

Simón Radowitzky y Federica Montseny

Simón Radowitzky, el héroe que siendo casi un adolescente mató con una bomba al coronel Falcón. Laureano riera supo describirnos a este personaje del anarquismo como un niño grande, inocente y puro y nos dijo que "lo encontré en Barcelona en 1937. Vivía en una casa con un grupo de chóferes deportados por la dictadura de Uriburu. Este muchacho que había pasado en una celda de Ushuaia 20 años, tenía cargos de conciencia por no estar en el frente. Había un acuerdo secreto que él no conocía: no permitirle la incorporación a ninguna unidad. Los compañeros consideraban que si le pasaba algo en las líneas de fuego sería vergonzoso para todos. Lo cuidaban como una reliquia. Era, sin ninguna duda, el ser humano más querido que pisaba territorio español.
También nos habló lleno de admiración de Federica Montseny, diciéndonos: "Es para mí la mujer más grande de España. Lo sigo pensando y tal como lo pienso lo escribo. La traté hasta el final de la guerra. Siempre la vi igual. Hasta en los trágicos momentos de la derrota. Sensible, bravía y lúcida".

Matar a Perón
  
Entre sus relatos se encuentra especialmente el haber sido testigo de esa gesta del pueblo Argentino: el 17 de octubre de 1945. El mismo no podía creer lo que veía y desde ese mismo momento supo que Perón sería el gran enemigo de su causa. Lo empezó a ver de inmediato como esas leyes reparadoras hacían que muchos de sus compañeros anarquistas se pasaran al peronismo. Eso y otros motivos hicieron que diseñara un plan para asesinar a Perón. Se dedicó a estudiar todos los pasos del entonces presidente de los argentinos y fijó el lugar  en las cercanías de la ciudad de La Plata. Allí colocó una bomba que el mismo preparó, pero la decisión de sus compañeros ante esa acción fue decisiva para desactivarla. Le habían hecho comprender que sería mortal para todos ellos ya que sería la excusa para perseguirlos y exterminarlos.

Este tipo de hombres que aman, sufren, meditan y viven un poco más que otros, falleció en Montevideo el 22 de septiembre de 1989.


Por Rafael Restaino



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