A lo largo de la historia de Pergamino son numerosas las estafas realizadas por los propios pergaminenses y por distintos estafadores que se llegaron a este lugar para concretar ese perjuicio patrimonial causado con ánimo de lucro.
Debemos decir que existe una línea bastante pronunciada que separa a este delito de las formas violentas del robo, del hurto o del apoderamiento en descuido, que hace que sea un tipo de delito bastante especial.
En nuestra mesa de trabajo se encuentra una recopilación que sobrepasa el centenar de estas acciones y eso que sólo hemos elegido las más llamativas, aquellas que nos saca una sonrisa a pesar de saber el daño que causaron.
Estafas antiguas
La estafa estuvo siempre presente a lo largo de la historia de Pergamino. Desde la época en que los Comandante del fuerte mentían a las autoridades con inexistentes ataques de indios para que le manden alimentos, armas y ropas o quedándose con el dinero y pertenencias de los cuatreros o contrabandistas.
También el pulpero ejerció la estafa. Era el nexo entre el contrabandista y los cobradores y también el principal comprador de los cueros cuatrereados. Aquí se encuentra el origen de muchas riquezas. Los juicios realizados a Diego Trillo, Pedro Acevedo, Joaquín Morales nos prueban nuestra aseveración.
Cientos de estafas
En nuestra mesa de trabajo tenemos aproximadamente unas cien estafas que su descripción daría motivo al menos para un cuento. Estas son algunas de ellas:
En 1928, Roberto Rodríguez, contador de la casa comercial Bunge Born, desapareció con 5.000 pesos y nunca más se supo de él.
En 1930 el administrador de la estancia Fontezuelas que perteneciera al coronel Urquiza desapareció sin dejar señales con 14.000 pesos. En este año se perpetúa una serie de estafas como la realizada por Freancisco Perrota a la Municipalidad por 3.000 pesos y la que llevó adelante el contador de la firma Dreyfus que huyó hacia Bolivia sin que se pudiera atrapar.
Viernes Scardulla en 1935 tuvo en vilo a todo el país con el hecho de haber descubierto en las afueras de la ciudad el tesoro de Sobremonte
Entre estas estafas ocupó la atención de los pergaminenses la concretada por el martillero Francisco Iglesias en 1937. El sistema de adulteración de instrumentos públicos para llevarla a cabo demostraba una inteligencia especial. En este caso como otros a través del tiempo (escribano Períes, contador Clerc) no se explica las razones que los llevaron a esas acciones cuando tenían trabajo, respeto, confiabilidad, un lugar en la sociedad, cargos de importancia, mucho más superior que el rédito que les podía dejar esa forma del delito.
Pero veamos de cerca el mecanismo de algunas estafas perpetradas en Pergamino.
La máquina de arreglar narices
Llegó a Pergamino en 1911 y se instaló en la mejor habitación del Hotel de Roma. Según el libro de recepción del hotel el nombre con que se anotó fue Arturo Álvarez Soto. Su negocio era la venta de un aparato sencillo compuesto de una especie de estuche de metal que se dividía en dos partes y por dentro tenía el molde de una nariz perfecta que podía adaptarse a la forma que se deseara: aguileña, romana, griega.
El molde se ajustaba a la nariz al irse el paciente a la cama donde no tenía testigos de la maniobra ya que en todos los tiempos se sabía que del ridículo no se vuelve.
Según su inventor y vendedor el invento causaba leve molestias en las primeras noches a causa de la presión que ejercía sobre el cartílago. Aconsejaba el mentiroso que era necesario remojar con un paño mojado con agua tibia o aceite de oliva para reblandecer la nariz.
Decía con esa voz que suelen tener los buenos vendedores, que es lo mismo que decir los buenos mentirosos que "la nariz es el rasgo más característico de la fisonomía y que la máquina de su invención sólo devolvía la equivocación en que había incurrido la naturaleza". Luego con firmeza aclaraba que en ocho semanas la nariz más rebelde quedaba formada a gusto del consumidor.
El frasquito milagroso
Llegó una tarde de otoño de 1917 a Pergamino. Lo primero que hizo fue llegarse hasta el Club Social donde llamó la atención por tener una pelada tan brillante, una pelada que no lo dejaba pasar desapercibido. Al otro día hizo el mismo ingreso y jugo algunos partidos a la pelota-paleta y lo hizo con cierta destreza. Repitió esa acción por cuatro días seguidos y desapareció del Club como había llegado. Volvió a los diez días con una poblada cabellera que hizo que no pocos le preguntaran como había hecho. Bastó mostrar un mágico frasquito para vender de inmediato más de cincuenta. Sencillo y preciso este mentiroso que había probado que con rasurarse la cabellera era suficiente para vender a muy buen precio toneladas de aceite común.
El ardid de Pedro Galindo
En enero de 1910 el joven Pedro Galindo que trabajaba de ayudante de Francisco Canesa en el periódico La Época urdió decidido un plan bastante ingenioso. En el espacio que se le dejaba en el periódico con buena pluma con el nombre de un famoso astrónomo Camilo Flannarión firmó notas en las cuales se afirmaba sin vuelta de hoja que el 18 de mayo el cometa Halley se estrellaría contra la tierra y no habría salvación posible para nadie. No sólo eso sino que señalaba que la longitud de la cola del cometa de unos doce millones de kilómetros envolvería en su totalidad la tierra combinando el oxigeno de la atmósfera con el nitrógeno de la cola produciendo la muerte por asfixia.
Estas notas se las leía a la joven Clorinda Lanoglia con un tono de tristeza por momento, con temor en otros. Viendo que el campo estaba preparado pasó decidido al objetivo de su ardid que no fue otro que proponerla a la bella Clorinda gozar las últimas horas de vida.
Por Rafael Restaino
http://www.elpergaminense.com/index.php?articulo_id=14014