Como ciudades hermanas, pujantes y
de dimensiones similares casi durante toda su existencia, San Nicolás y
Pergamino han intercambiado comercio, industria, profesionales y por
sobre todas las cosas personas. En esta relación que lleva más de 250
años también se vivieron algunos conflictos. El primero de ellos se
encuentra registrado y data de 1776.
Daniel M. Gatti
dgatti@diarioelnorte.com.ar
Estancia San Juan de Pío Cueto, ubicada en Pergamino, data de 1800 |
A
medida que se comenzó a intensificar el tránsito por la ruta Buenos
Aires-Córdoba, la ubicación “fronteriza” del Fuerte de Pergamino hizo
que se convirtiera en una especie de aduana “seca” donde se fiscalizaba
toda la mercadería proveniente de Perú y Cuyo.
Si
bien el fuerte existía de antes y allí había milicianos -como hemos
visto ayer- formalmente la Guardia de Pergamino fue creada por el
gobernador de Buenos Aires Pedro de Ceballos, en 1766.
El
4 de marzo dicta sus instrucciones disponiendo que se debían registrar
las tropas, decomisar los efectos que viniesen sin licencia, impedir el
robo de ganado, anotar los pasajeros con expresión de su carga y
perseguir los contrabandos y a todo malhechor remitiéndolos a la
Capital.
Es decir, que tenía funciones mucho más amplias que las de un “fuerte de resguardo”.
Recién
en 1776 se construye un fuerte con materiales más sólidos que los
usados anteriormente. Se empleó adobe, ladrillos, madera de sauce,
algarrobo, aliso y cedro, tejas y cal. Allí se instaló una inspección
para las mercaderías de tránsito que eran fiscalizadas por el
comandante, una calle de registro por la que debían pasar las carretas y
un depósito para las mercaderías decomisadas.
Primera tensión.
Tal
importancia adquiere este fuerte, que encontramos la primera tensión
con San Nicolás. Por el fuerte de Pergamino pasaban los productos
provenientes de Córdoba, Chile y Cuyo.
Como
era el fuerte el primer punto de fiscalización, el Gobernador ordenó al
comandante del fuerte que no permitiera el tránsito comercial por el
camino de la costa salvo en los casos de intensa sequía”. De esta
manera, se daba la orden también para que las mercaderías provenientes
de las provincias del Interior y de Paraguay, también pasaran por este
fuerte.
Es muy probable que muchos
evitaran este fuerte transitando por el camino de la costa y pasaran por
San Nicolás, a pesar del mandato del comandante del fuerte. Estaba muy
lejos para poder controlar efectivamente que las recuas no bajaran por
nuestra ciudad y seguramente aquí se estimulaba ese tránsito con los
beneficios que esto implicaba.
Una
antecedente en estos conflictos de jurisdicción se encuentra
documentado. En 1776, el alcalde de la hermandad de San Nicolás,
denunció ante el Cabildo de Buenos Aires al comandante del fuerte de
Pergamino Alonso Quesada, teniente de la asamblea de infantería “a cargo
del pueblo anexo a dicho fuerte”, por haber obstaculizado un
procedimiento de justicia ordinaria “Y como estas operaciones son
contrarias y diametralmente opuestas a las expresas y determinantes
leyes que prohíben se entrometan o tomen conocimiento ninguna persona en
lo político ni militar para los casos de la Hermandad, por ser
jurisdicción tan privativa”.
A partir
de esta fuerte denuncia del Alcalde de San Nicolás denunciada por el
Cabildo al Gobernador y Capitán general, quien dictó una resolución
ordenando a los oficiales y comandantes de fuertes, dejaran libre acción
a los alcaldes de la hermandad y les prestaran la cooperación que
solicitaran en sus procedimientos facultativos.
Cabe
aclarar, que el alcalde de la Hermandad eran electos por el Cabildo y
fueron los primitivos jueces de Paz con jurisdicción determinada en el
orden judicial y policial.
Dos años
después, los problemas del fuerte pergaminense y nuestra ciudad se
igualan en otra cuestión: una mortífera epidemia de viruela que se
declara en ambos puntos, así como en Salto, Arrecifes, San Pedro y
Baradero.
Debían
levantar acta de sus procedimientos en actuación verbal y estaban
facultados para intervenir en la prevención de delitos de la campaña
como asimismo en los litigios del fuero civil de menor cuantía, sus
fallos eran apelables ante el alcalde provincial de la Hermandad.
Pergamino
recién incorpora esta figura en 1785, siendo el primero Pedro Baños y
con éste se terminan -por un tiempo-, los problemas de jurisdicción con
nuestra ciudad.
Las dos postas de Olmos
Muchas
veces hemos hablado de la posta de Olmos. Según el Historiador L. E.
Giménez Colodrero, Pergamino estaba comunicado con San Nicolás por la
carrera de postas. “Arrancando del pueblo pasaba por Puntas de la Cañada
de Gómez (o de Olmos) y Arroyo de Ramallo (o Cañada de Gómez).
Sí,
la explicación es confusa, pero las siguientes definiciones aclaran un
poco la situación: “La posta de Puntas de la Cañada de Gómez que se
conocía generalmente con el nombre de Olmos desde antes de Caseros, se
hallaba ubicada próxima a la actual estación de Acevedo, entre ésta y
Peña y era la primera que se encontraba a partir de Pergamino en la ruta
a San Nicolás”. Aparentemente, esta Posta se había establecido en 1779.
Un informe brindado por el Juez de
Paz Francisco Nogueras realizado en agosto de 1855, pone un poco de luz
ante tanta confusión. El magistrado se dirige al Administrador de
Correos de Buenos Aires detallando postas, sus maestros y direcciones.
“…tres leguas hacia San Nicolás de los Arroyos (encontramos) la posta de
don Félix Olmos bajo su dirección y cuatro postillones. Siguiéndose en
igual dirección a la distancia de seis leguas, la de doña Celestina
Olmos, que ya es partido de San Nicolás ..”.
Esto nos permite establecer que existieron dos postas de Olmos en el mismo camino y a seis leguas de distancia entre ambas.