Fuerte de Pergamino a partir de planos registrados por viajeros en 1772 . |
Daniel M Gatti
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Por lo general nos referimos a las diferentes acciones que se desarrollaron en nuestra tierra, nuestro pago, el pueblo luego ciudad de San Nicolás.
Durante estos días nos referimos a aquel pueblo primitivo “Las Hermanas” creado en 1608 que promediando el 1700 apenas tenía unos 150 habitantes y dejó de existir tras esa disputa entre vecinos para entronizar a sus santos – San Nicolás y San Vicente Ferrer- con el resultado que la actualidad nos permite conocer.
Otras miradas históricas sostienen que Las Hermanas dejó de existir antes como consecuencia de los constantes ataques que recibía de pueblos originarios de estas tierras. La misma perspectiva se plantea cuando se hace referencia al traslado de la estancia de Aguiar al lugar original que generaría nuestra ciudad, frente a la actual Plaza Mitre. Se sostiene que debió correrse desde la vera del Arroyo hasta ese lugar buscando un lugar más seguro ante los constantes ataques de los aborígenes.
Ahora ya a partir de mediados del siglo XVIII la ciudad de San Nicolás podía comenzar a crecer protegida ante la existencia del Fuerte de Pergamino. Es cierto que muchas veces los malones lograban franquear estas fortificaciones y llegaban hasta nuestra zona, pero por lo general era en ese punto en donde se libraban los enfrentamientos.
El fuerte de Pergamino
Según Luis Giménez Colodrero, historiador pergaminense autor de “Historia de Pergamino hasta 1985” editado por primera vez en 1945 edición del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires; “Está comprobado que ya en la quinta década del siglo XVIII existía un fuerte en el lugar que hoy ocupa la actual ciudad de Pergamino y un pueblo en torno al mismo, aunque no hay fecha precisa de cuando fue erigido”.
En el relato de Colodrero se testimonia que dos sacerdotes jesuitas, Javier Miranda y Florián Baucke mencionan en sus diarios de un viaje de 1749 el fuerte y pueblo de Pergamino: “ya que nos hallamos viajando con nuestro Padre Domingo de Buenos Aires a Córdoba espero que los que no han visto aquellas regiones o no son versados en las cosas de las Indias, no será desagradable una digresión o breve descripción así de aquel inmenso trecho despoblado que llaman Pampas de Buenos Aires y de las causas de su despoblación como del modo ordinario de caminar por él…”
Profunda dejadez
El siguiente párrafo del sacerdote nos muestra claramente el nivel de vagancia e indolencia que reinaba entre los conquistadores españoles de estas tierras: “De Buenos Aires a Córdoba hay no menos de ciento treinta leguas y algunos cuentan hasta ciento ochenta. Ninguno las ha medido hasta ahora después de tres siglos que se descubrió y conquistó América, donde las leguas se cuentan o miden a ojo de buen cubero, como se suele decir”.
En todo ese gran “intervalo” sostiene el sacerdote no hay más que tres poblaciones. La primera distante a doce o catorce leguas de Buenos Aires “una población a la que daban el nombre de Villa de Luján que se reducía a pocas casas de adobes o tapias de tierra que a manera de una triste aldea de España podía contener el corto número de trescientas almas, poco más o menos. Mas esta población aunque tan ruin podía llamarse una corte en comparación con las otras dos. Como treinta y ocho o cuarenta leguas más adelante se encuentra (o por mejor decir no se encuentra, tan invisible es) la segunda población que llaman el Pergamino donde en 1749 dudo que llegasen a treinta personas de población”.
El otro sacerdote, Baucke es que el menciona el fuerte describiendo como de cien pasos de lado rodeados de un fuerte empalizado y en su interior tres cabañas de madera con un puesto elevado para el centinela.
Una estampa
Según el viajero solo unos pocos soldados contaban con armas de fuego, mientras que el resto usaban lanzas y vestían “un pantalón de lana y camisa con chaqueta de franela colorada. No tenían zapatos solo usaban polainas hechas de piel de buey, tigre o ciervo. El comandante del fuerte no se diferenciaba en nada de sus subordinados “por lo menos el comer, beber, dormir, jugar y blasfemar lo hacía tan bien como ellos”.
También explica el sacerdote: “Toda la labor de la guarnición se reduce a recorrer diariamente una legua a la redonda y para ello están provistos de un buen número de caballos”.
En 1772
Unos treinta años después de aquel testimonio el fuerte había mejorado. Calixto Bustamente Carlos Inca alias Concolocorvo y Félix de Azara, dos célebre viajeros mencionan a Pergamino hacia 1772, y durante la última década de ese mismo siglo Concolocorvo describe el fuerte “que se compone de un foso muy bueno con su puente levadizo de palos capaz de alojar adentro cuarenta vecinos que tiene esta población y con otros tantos milicianos con sus oficiales correspondientes para defenderse de una improvisada irrupción de indios pampas en cuya frontera está situado el presidido que comanda el teniente de dragones don Francisco Bamphi”.
Mañana la seguimos y compartimos algunos “inconvenientes” que se vivieron entre San Nicolás y el Fuerte de Pergamino.-